martes, 2 de febrero de 2010

De mi, para mi.


Lilyán:

Si hoy pudiera escribirte una carta de amor, te diría pocas cosas. Pocas, pero profundas e importantes. Te diría por ejemplo que te quiero, así, tal como eres. Con todo y los arrebatos que nos tienen donde estamos; con todo y tus decisiones impulsivas y erradas; con todo y tus miedos destructivos; con todo y tus incongruencias y repetidas actitudes poco sabias. Te diría que eso es parte de todo eso que tú eres y que te ha hecho aprender tantas lecciones. Te diría que, incluso, te admiro por ser tal como eres, por no serte infiel a ti misma. Y no podría dejar fuera decirte que también te admiro por tu dosis de locura e inocencia, por tu afán por ser un ser humano bueno, por tu fuerza -con todo y el trabajo que te cuesta-, para levantarte, sacudirte las rodillas y seguir avante... aún con las piernas o el corazón lastimado.

Si te escribiera una carta de amor, te diría simplemente que aquí estoy, y que vamos a seguir andando, frente en alto, corazón creyente, hasta el fin de nuestros días.

Y como te dice tu hijo, el de dos años desde su asiento trasero en la bici cuesta arriba: "Vamos, mami. Tú puedes, mami."

Te amo.

Lilyán

2 comentarios:

  1. Escribo esto por segunda vez porque al momento de enviar mi comentario hace unos minutos, el sistema de blogspot colapsó y me aplicó la jarana de Tulpetlac dejándome sin mi comentario. Agghhh!!! tengo ganas de reventarle el teclado a alguien en la cabeza.... Mmm... Tal vez a uno de esos politiquillos que van y echan la siesta en el coloso de San Lázaro... Pero bueno, perdona, ya me desvié bastante. Suelo hacerlo para calmar mis ánimos de venganza contra la máquina y los fallos que anulan lo que escribo.

    Pero bueno, creo que en el mensaje anterior, palabras más, palabras menos, decía que es una desgracia que mis cero ingresos fijos me permitan contratar tu servicio como evangelista, correctora, invocadora, y procesadora de ideas sensibles. Pero bueno, creo que haces del arte de escribir misivas un negocio honesto... (¿Cuál era la palabra que usé hace rato?...) Amable... (Sí, eso, era amable). Y mucho más amable que el del grueso de "profesionales", "especialistas", de la psique humana, que por no dejar de cobrar sus honorarios, están muy pendientes del reloj, y ávidos, como escritor de teleseries para la pantalla chica, de dejar las cosas en suspenso para la visita de la siguiente semana. En muchos casos, como lo dice un pesimista al que admiro, Gonzalo Márquez Cristo, desde la poesía... "Las palabras sirven para ocultar algo o en el peor de los casos para salvarse" (o algo así si es que no estoy ya inventando). Yo creo que ese fatalismo es una falsa modestia por decir que la palabra tiene el poder de asirnos del único bastión, maldito tal vez de origen, para hacernos entender los problemas del alma.

    Y bueno, creo que de tanto rollo, seguro me he metido la pata en más de una ocasión. Sólo concluyo, diciéndole que hace algunos minutos hablé con Nuria, mi novia, al teléfono y le leí tu carta. Entonces ella dijo que le fascinó, le pregunté que para qué creía que era necesario o tal vez, simplemente útil, escribirse para sí mismo. Ya ella sacó sus conclusiones y le dije, bueno, ahora flaquita, te dejo de tarea que escribas algo para ti... Ojalá llegue a tu misma conclusión, a la imperiosa necesidad de abrazarse, decirse cuánto se ama... Porque en verdad, creo que es necesario llegar con esa persona al otro lado del espejo, de mirada siempre nostálgica, abatida y taciturna para decirle cuánto es que la amamos. ¿A poco no Lily?

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  2. Hola Reptante!

    Qué lindo que hayas compartido esta carta con Nuria. Creo que escribirnos a nosotros mismos es un ejercicio edificante. Especialmente cuando ni siquiera lo publicas, sino que lo haces en privado y sin pretender testigos (al contrario que yo, claramente!), porque entonces no hay caso para lo que dice tu Márquez Cristo en la primera parte de su frase. Aunque siempre, y en esto creo por convicción y experiencia personal, las palabras escritas para uno o para el mundo, nos salvan.

    A mi me salvan cada día.

    Un abrazo, colega bloguero!

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